El ser humano funciona como un todo, es decir, una "unidad" integrada, por lo que dividir conceptualmente su funcionamiento en mente y cuerpo, sólo contribuye a que pongamos el acento en uno u en otro artificialmente. Por esto, los pensamientos, en realidad tienen al mismo tiempo un componente emocional.
En verdad, dentro de nuestro cerebro, la corteza que sostiene el funcionamiento cognitivo, está interconectada muy cercanamente con la corteza que sostiene el funcionamiento de las emociones. Por esto, el trabajo en sicoterapia con el pensamiento, con los significados asociados a la experiencia de cada persona, y la forma en que concluyen acerca de ésta, junto a las emociones que subyacen, ayuda a encontrar nuevas formas de entender, y de concluir acerca de la experiencia personal, lo que habitualmente lleva a estados de tranquilidad y a re-aprender nuevas formas de estar y vivir. A esto se le llama terapia cognitiva o terapia cognitivo-conductual.
Los estudios científicos de la neurociencia, avalan cada vez con mayor evidencia, la conexión entre esta forma de terapia y su efectividad en producir efectos reales en los cambios observados a nivel del funcionamiento cerebral. (Jokić-Begić, N., Cognitive-Behavioral Therapy and Neuroscience: Towards Closer Integration; Psychological Topics 19, 2010; 2, 235-254.)
Sólo en forma didáctica, desde la experiencia subjetiva observada en forma personal y en la clínica, planteo que las personas tenemos diversas formas de percibir nuestra experiencia. Una muy importante es aquella parte del Yo, que nos permite sentir, estar presentes, sumergirnos en las vivencias y simplemente vivir. Otra forma, es aquella parte de nuestro Yo, que se observa a si mismo y a la vez analiza esa experiencia generando un autodiálogo (pensamientos, conclusiones, etc) acerca de esa experiencia.
En términos bien generales, una importante porción del trabajo en sicoterapia cognitiva (porque cada persona que consulta trae sus propias conclusiones y experiencias), consiste en ayudar a las personas a identificar, y modificar o "resetear" ese auto-diálogo, junto a los pensamientos que generan malestar y de esa forma, también se modifica la experiencia emocional negativa. A veces, la persona vive sumergida en la experiencia de miedo vital, un miedo constante a que ocurran situaciones negativas o catastróficas, casi sin darse cuenta de ello. Sólo lo siente así. En este caso, la ansiedad subjetiva experimentada puede ser muy alta y acompañada de importantes síntomas físicos.
Este aprendizaje tiene su tiempo necesario para ir logrando los cambios, ya que los hábitos del pensamiento aprendidos requieren de práctica, sin embargo, es un abordaje muy efectivo en el logro de bienestar y tranquilidad psicológicos.
En verdad, dentro de nuestro cerebro, la corteza que sostiene el funcionamiento cognitivo, está interconectada muy cercanamente con la corteza que sostiene el funcionamiento de las emociones. Por esto, el trabajo en sicoterapia con el pensamiento, con los significados asociados a la experiencia de cada persona, y la forma en que concluyen acerca de ésta, junto a las emociones que subyacen, ayuda a encontrar nuevas formas de entender, y de concluir acerca de la experiencia personal, lo que habitualmente lleva a estados de tranquilidad y a re-aprender nuevas formas de estar y vivir. A esto se le llama terapia cognitiva o terapia cognitivo-conductual.
Los estudios científicos de la neurociencia, avalan cada vez con mayor evidencia, la conexión entre esta forma de terapia y su efectividad en producir efectos reales en los cambios observados a nivel del funcionamiento cerebral. (Jokić-Begić, N., Cognitive-Behavioral Therapy and Neuroscience: Towards Closer Integration; Psychological Topics 19, 2010; 2, 235-254.)
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